Tú, que joven y rico, te volviste amigo de los pobres Ayúdanos a reconocer en ellos el rostro vivo de Dios Y a servirlos con generosidad.
Tú, que amaste la amistad verdadera y la alegría compartida, Enséñanos a ser verdaderos amigos de Dios Para poder ser amigos fieles de los hermanos.
En las altas montañas sentiste fuerte la presencia de Dios: Enséñanos que la vida debe saber mirar hacia lo Alto, Tener horizontes abiertos e infinitos.
Tú, que recibiste incomprensión de tu familia Por tu fe cristiana, Ayuda a los jóvenes Que son escarnecidos y humillados por su credo, A permanecer fieles a Dios.
Tú, que descubriste que la vida cristiana es la plenitud de la existencia, ayúdanos a comprender que la verdadera riqueza es vivir por Jesús. ¡Haz que no tengamos miedo de seguirlo!
¡Beato Piergiorgio Frassati,
ruega por nosotros!
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