papa 06

 

El mensaje de Isaías que resuena en este segundo domingo de Adviento es un bálsamo para nuestras heridas y un estimulo  para preparar bien el camino del Señor. En efecto, el profeta hoy habla a nuestro corazón para decirnos que Dios olvida nuestros pecados y nos consuela. Si nos encomendamos a Él con corazón  humilde y arrepentido Él derribará los muros del mal,...y abrirá  el camino del encuentro con Él.

Es curioso, pero muchas veces tenemos miedo del consuelo, de ser consolados. Nos sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿Saben por qué? Porque en la tristeza somos protagonistas. ¡En cambio en el consuelo el protagonista es el Espíritu santo! Él nos consuela, quien nos da el coraje de salir de nosotros mismos. Es Él que nos lleva a la fuente de todo consuelo verdadera; Dios Padre. Y esto es la conversión.

¡Por favor, déjense consolar por el Señor! ¡Déjense consolar por el Señor!

(Ángelus, 7/12/14)