Christian

 

Christian ParMe llamo Christian, vengo de Asunción, Paraguay, y me siento honrado y feliz de poder compartir un poco de mi historia con ustedes, para transmitir cuán grande es el Señor y cuánto nos ama a cada uno de nosotros.

Crecí en una familia de buena posición económica, nunca me faltó nada. Desde chico ya comenzaron a nacer heridas en mi corazón, viendo a mi papá golpear a mamá, alcoholizado y lleno de rabia contra sí mismo.

Muchas veces yo estaba en el cuarto cuando ocurría, me colocaba en el medio y también recibí muchos golpes.

Cuando cumplí 6 años de edad mis padres se separaron y fui a vivir con mi mamá. Sentía tanto amor por mi padre que no podía ver cuánto lastimaba a mi familia. Tuve una muy buena educación, siempre buenas notas. De tanto en tanto mi padre aparecía, me hacía soñar y luego desaparecía de nuevo.

En la escuela comencé a ser violento como mi padre y a los 7 años comencé a practicar artes marciales, lo que me ayudó un poco a controlar mi ira. A los 12 años comencé a beber alcohol con mi padre, casi al mismo tiempo me puso un cigarrillo en la mano y comencé a imitarle; quería tener algo en común con él para poder estar juntos. Con 14 años todo eso no fue suficiente para mí, probé la marihuana, y vi que me causaba un efecto como que volaba, no sentía nada, no me afectaba nada; sólo me reía a carcajadas y todo parecía alegría.

En mi casa me dieron una muy buena educación, en la escuela tenía buenas notas, era bueno en el fútbol y tenía futuro en las artes marciales. Sin embargo, nada de eso me hacía realmente feliz, siempre buscaba algo más para sentirme completo. A los 16 años comencé con la cocaína, me sentía fuerte, con energías, y podía beber más sin emborracharme. Después de un tiempo comencé a traficar y así fui pasando la adolescencia. A los 21 años fui a la cárcel.

Me puse a reflexionar sobre mi vida y me ví con un hijo de 3 años, como padre yo estaba ausente, no conseguía terminar la facultad, no tenía amigos, estaba triste, fracasado, sin ánimo para nada, y tenía un proceso con la justicia. Fue la primera vez que pedí ayuda, pero aún no había llegado el momento. Salí de la cárcel y continué con la misma vida de tristeza, hasta que después de unos años mi mamá conoció la Comunidad Cenáculo. Comenzó a ir a los coloquios, me hablaba bastante sobre eso, al principio mi respuesta fue “no”. Luego de un año de insistencia y constante oración de mi mamá y mis abuelos, acepté ir al coloquio.

Desde la primera vez que fuí, percibí que era un lugar diferente, donde lo importante era estar con Dios. Luego de 9 meses de coloquios entré en la fraternidad Santa Teresita de la Comunidad Cenáculo en Mogì.

Cuando llegué tenía tanta tristeza, tanta rabia, tanto odio dentro mío, que me sorprendió cómo las personas que vivían allí se ocupaban de mí. Me dieron un rosario, un ángel de la guarda, y me enseñaron a caminar.

Christian Par2En toda mi vida nunca había vivido una experiencia tan fuerte con Dios. Hoy puedo decir con total seguridad que nunca fui tan feliz, y nunca me sentí tan completo y orgulloso de mí mismo como aquí en la Comunidad. Es increíble cómo se vive la amistad sincera dentro de la casa, uno comienza a ver la vida con otros ojos, llenos de fe y amor. Cada día está cargado de trabajo y oración, hay testimonios de vida tan fuertes, que a veces mis propios problemas los siento minúsculos frente a los otros. No tengo palabras para expresar cuán agradecido estoy con mi familia, por haberme hecho conocer la Comunidad Cenacolo.

Hoy aprendí que en la vida se sufre, pero estando en oración, con fe y confianza en Dios, todo se supera. Después de la tormenta siempre sale el sol.

Agradezco infinitamente a la Comunidad por haberme sacado de la oscuridad y haberme llevado a la Luz. Gracias a la Comunidad estoy recuperando poco a poco mi familia y mis ganas de vivir. Agradezco también a Madre Elvira quien con su humildad, sencillez y pobrezas nos enseñó a cargar nuestra cruz, y a rezar por aquellas personas con quienes tenemos dificultades. El Santísimo Sacramento se ha convertido en mi mejor amigo, Aquel quien siempre está dispuesto a escucharme.

Dios es mi camino, mi verdad y mi vida.

Christian