Ester

Ester

 

“El Señor le abrió el corazón” (Hech 16, 14b)

Me llamo Ester, vengo de España y doy gracias a Dios que he podido conocer la Comunidad Cenacolo que me ha ayudado y ayuda cada dia a abrir mi corazón.

Vengo de una familia que me dio muchos buenos valores, he empezado a avergonzarme de ellos porque  no teníamos cosas materiales.

No expresaba mis sentimientos de lo que vivía con ninguno, así que odiaba mi vida porque no encontraba la motivación para vivir;  así he empezado a echar la culpa a mi madre por haberme traído al mundo.

En la infancia era vivaz,con mucha energía y alegría, cuando comenzó la adolescencia, la responsabilidad, tener que decidir, madurar, me he bloqueado y no tenía fuerzas para afrontar nada, entonces  he elegido el camino fácil, es decir: no estudiar, tatuajes, piercing, drogas, chicos. Estas cosas me ayudaban a relacionarme con los demáa, a valorizarme. Creía que me daban la felicidad pero después era depresiva entonces probaba  psicólogos, psiquiatras, cambiar de casa, ciudad, trabajo, deporte... escapando enfrentar las dificultades, pero nada me ayudaba para ser feliz.

Después de 10 años de buscar el sentido de la vida y no encontrarlo he llegado al punto de no tener ganas de vivir pero no tenía el coraje de quitarme la vida (¡menos mal!) y pedí ayuda a mis padres que me han acogido en su casa donde solo dormía y comía esperando la muerte.

Ester2He conocido la Comunidad en Medjugorje gracias a la Virgen, a través de las oraciones de mi madre que nunca perdió la esperanza en mi. Me ha llamado la atención cuando han dicho que la persona que había abierto la Comunidad era una monja que no sabia leer ni escribir pero tenía un gran corazón; me ha tocado porque yo me consideraba incapaz de estudiar pero sabía que tenía un buen corazón así que me ha dado esperanza de que puedo hacer algo en la vida. Yo sabía que tenía un buen corazón pero no sabía usarlo y solo le hacia mal a mi familia y a mí misma.  En la Comunidad, a través del ángel custodio que tenía paciencia y me soportaba, a las "ayudas" de las chicas, las catequesis de Madre Elvira, a los momentos delante de la Eucaristia , veo cómo mi corazón se esta abriendo para tener una mirada hacia los demás, porque eso es lo que da la felicidad. He llegado muerta, como un vegetal, a Comunidad; el camino para despertarme fue largo pero  siempre supe que era el lugar justo, por eso, en las dificultades siempre me quedaba  y no escapaba teniendo un poco de fe en que también yo puedo cambiar porque NADA ES IMPOSIBLE A DIOS,  y hoy puedo ver los frutos.

Tengo las mismas pobrezas que cuando entré en Comunidad solo que hoy puedo verlas, reconocerlas, eligiendo el bien o el mal, y sabiendo que , cuando caigo, siempre puedo levantarme porque el Señor me tiene de la mano.

Ester