Ignacio

 

Tio Nacho

Me llamo Ignacio, tengo 28 años, soy de Bariloche, en el sur de Argentina. Muchos me conocen como “Nacho”; hoy cuando miro para atrás siento en el corazón un enorme agradecimiento, a Jesús, a la vida, a la Comunidad, por esta conversión que puedo experimentar, vivir, crecer y madurar durante mi camino.

Vengo de una buena familia, mis papás juntos y 5 hermanos que siempre fueron buenos conmigo. No puedo decir que mis problemas comenzaron por alguna situación familiar. Pero todo el vacío que sentía adentro lo empecé a llenar con cosas del mundo, pensando y creyendo que era el camino de la felicidad. Tenía buenos amigos, tenía novia, me gustaba mucho practicar todos los deportes con adrenalina, era buen alumno en el colegio…no me faltaba nada pero igual me sentía vacío….Así fue como comencé a pasar mucho tiempo fuera de casa, en la calle, alejándome día a día de mi familia y de todos los valores y la educación que con tanto esfuerzo mis padres se empeñaron en darme…

Conocí la droga y fue un enamoramiento muy veloz y no me alejé más desde el día que probé a los 13 años. Cada día que pasaba me comprometía más en el camino del mal. Fue muy rápida la caída en este camino equivocado; quise salir pero el mal ya había puesto raíces, fuertes, dentro de mí. A los 16 años ya quería parar de drogarme, hice tratamientos, clínicas, psiquiatras, psicólogos, remedios…de todo ¡y nunca podía parar! Al contrario, cada día estaba peor.

NachoMi vida, que era buena, comenzó a ser un infierno diario por el flagelo del sufrimiento a causa del camino equivocado. Todo lo bueno se alejaba y desaparecía…y en mi vida quedó solo el fruto y la cosecha del mal. Por la adicción también vendía droga, lo que me llevó a la prisión a los 21 años. Nada me hacía reflexionar y dejar este camino. Había probado dos de los tres finales que la droga te promete: había estado en hospitales por consumo excesivo y había estado en la prisión; solo me faltaba morir.

Por gracia y Misericordia de Dios, la Comunidad llegó a oídos de mi familia por un amigo de la casa y ellos me llevaron a conocerla. Rápidamente me di cuenta que era un lugar “diferente”, serio, fuerte, que podía tener lo que yo necesitaba… ¡y decidí caminar!
El camino, sobre todo al principio no fue nada fácil pero el sabor de esta vida nueva y alejada del mal – que siempre me tuvo como esclavo – medio toda la fuerza para seguir!

Madre Elvira hizo lo que nadie había podido hacer. Me puso de rodillas frente a Jesús: “El maestro de la mentira arrodillado frente al Maestro de la Verdad”. Me di cuenta de esto. En la amistad, la oración, el sacrificio, encontré la fuerza para cambiar y poder vivir con felicidad y en paz conmigo mismo. Con todas mis pobrezas, debilidades, caídas y tentaciones… ¡pero feliz, pleno y con el corazón lleno de alegría!

Hoy en la casa de Mercedes junto con todos los chicos vivimos la Comunidad como el milagro diario de nuestras vidas resucitadas en todos los valores. Doy gracias a todas las personas que durante mi camino, en las diferentes fraternidades, me encontré, conocí y me ayudaron. Un “GRACIAS” grande a Madre Elvira que creyó en nuestra conversión. Y de manera especial a vos, Jesús, por tu Misericordia!

Nacho

DSC 0106